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Kulixka

Kulixka, y el timo de las angulas

A pesar de ser de Bilbao no soy un gran angulero. Mi mujer es otra cosa, le encantan. Por eso todos los años no perdona un homenaje. Tratamos de que sea pasadas las navidades por aquello de la inflación navideña.

Hace unos días decidimos que tocaba homenaje y fuimos dos parejas. En mala hora reservé en Kulixka, autodenominada la casa de las angulas, donde hace mas de una década que no iba.

Viernes a la noche en el avejentado local de la calle Santa Engracia. Pequeño e incómodo pero coqueto con sus fotos taurinas. El primer signo de decadencia es cuando te das cuenta de que no hay ningún otro comensal, aunque, ya tarde, llegó otra pareja. El segundo es cuando la camarera solo te hace caso cuando le da la gana y además te trata con una familiaridad impropia. Solo te queda rezar por que las angulas estén buenas.

No estaban malas. Tomaron las dos señoras y les parecieron bastante decentes, si bien algo escasas, 80 gramos barba, y ambas hubieran preferido la tradicional cazuela de barro en vez de la sartén en la que se las presentaron. El resto ni fu ni fa.

Una ensaladilla absolutamente insípida, unas colas de gamba en las que faltaba el ajillo y la cazuela y sobraba la sartén, unos espárragos sin mas y unas almejas decentes pero servidas frías.

Lo que nos asustó fue la cuenta. Ya me escama que a finales de enero una ración de angulas de 80 gramos cueste 120 euros (el año pasado en Casa Mundi 80 euros por 100 gramos), pero puede pasar. Ahora bien, ¿130 euros por una ración de ensaladilla, una de espárragos, una de gambas ajillo y una de almejas? Conmigo que no cuenten más.

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