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UMO

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La primera vez que uno entra en Umo tiene la sensación de estar en un restaurante de Londres o Nueva York. Los altísimos techos, los grandes ventanales y la fuerte inversión en sala no son habituales en estos lares. Es producto de habitar un imponente local en Castellana esquina Martinez Campos, antaño la entrada de un importante edificio de oficinas.

Hacía un cierto tiempo que no iba, pero la sensación sigue siendo de potente apuesta. Luego la sala resulta incomoda y algo ruidosa y uno tiene la sensación de que han desaprovechado una importante parte del espacio con una barra que no parece dar gran servicio, igual que en su vecino de calle Bibo.

El servicio es amable, aunque el ritmo es muy mejorable. La carta ha cambiado desde su apertura reduciendo el peso del sushi e incorporando más opciones de parrilla.

Venia gente de provincias el finde y fuimos a comer siete tras un partido en el Bernabéu. Nos sorprendió sobremanera que no estuviera lleno. Puede que ya no esté tan de moda. Aun así, resultó algo lento.

Todo para compartir: Dos excelentes raciones de tartar de toro algo picantes, dos muy recomendables tamagos vagos (tortilla de un huevo hecha por un lado) con camarones, otras dos de langostino tigre en tempura con spicy mayo que resultaban algo insípidos, muy lejos de los de Sushi 99. Continuamos con siete unidades del siempre agradable nigiri de huevo frito de codorniz con panceta, 1 magnifica ración de costilla de vaca gallega que se deshace en la boca y, como había jovencitos, 4 minihamburguesas de picanha que bajaron mucho el tono de la comida. De postres una tarta de queso y una mousse de chocolate. Ambos sin más.

La verdad es que comimos bien y les gustó a los foráneos. Nos costó un pelín mas de treinta euros barba (excluyendo bebidas). No es una mala solución para comidas tumultuosas.

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