Menú

Todas

5 Galicia

5 Referencias gastronómicas en Galicia

RESTAURANTE CARMEN, SANXENSO –  CHIRINGUITO DE PUERTO

Después de una mañana de paseo náutico por la ría de Pontevedra tocaba comer. Estando en el puerto de Sanxenso nos encaminamos al restaurante Carmen. Uno de los clásicos de la zona.

Local a pie de puerto con una pequeña terraza y un comedor algo más grande pero atiborrado de mesas. Definitivamente incómodo. Decoración plana por no decir inocua. Un lugar con muy poca personalidad. Servicio amable pero poco organizado resultando en ritmo caótico. La ventaja es que no hay problema en ir en bañador y chancletas. Vamos, un chiringuito muy ilustrado en el puerto de Sanxenso.

Picoteos clásicos y bien resueltos. Pimientos del padrón, pulpo a feira, zamburiñas y empanada de mejillones y chorizo. Entre el hambre que llevábamos y lo sabrosos y bien presentados que estaban, hasta aquí sobresaliente.

En los segundos encallamos. Ensalada de bogavante, algo insípida. Dos raciones de rape con almejas muy, muy olvidables en textura y sabor, y un arroz con bogavante para dos. ¿Pero que tiene el arroz que resulta tan difícil dar con uno realmente bueno?.

De postre un helado artesano de yogurt para cambiar sabor, muy agradable.

Comida para cinco (bebidas aparte) por 167 euros. Ni del todo bueno, ni del todo bonito, ni barato.

La sensación de chiringuito no me la quita nadie. Eso sí, chiringuito ilustrado, será porque no es de playa sino de puerto.

EL NAUTICO, CEDEIRA – UN CLÁSICO

A la pintoresca villa de Cedeira, si no es para navegar, solo se va a dos cosas. Visitar los extraordinarios acantilados del entorno, los más altos de Europa, y a comer percebes. Seguimos la tradición. Ruta por la Serra da Capelada con paradas en los diversos mira- dores y al Náutico a por percebes.

El Náutico es parte del entorno. Parece llevar en su sitio tanto tiempo como los acantilados y el tiempo parece no pasar por él. Es una típica casa de comidas. Comedor amplio con mesas y sillas de madera y manteles blancos con largos faldones. Solo faltan los vasos de duralex. Ventanales abiertos (no para ver sino para que te vean). Carta de las de antes, verde de material resistente por fuera y hojas plastificadas por dentro. Los camareros van plantando los platos en mitad de la mesa según van llegando, sin gran interés, pero con amabilidad. Las raciones, como imaginan, generosas.

Medio kilo de muy buenos percebes, si bien esta vez no nos tocaron “los de al lado de los pequeños”, al menos a juzgar por el tamaño de los de la mesa adyacente. Una ración de empanada, diferente a la habitual pero muy sabrosa. Una de calamares, solo correctos, y dos de filetes de croca con patatas, tiernos y con buen sabor. Acabamos con una ración de filloas de crema, tostaditas y muy logradas. Dada la generosidad de las raciones, los cinco acabamos bien saciados.

¿El precio?, como los de antes. Comida para cinco (bebidas aparte pero con medio kilo de percebes) 82 euros, poco más de 15 euros. Ya me contaran.

BEIRAMAR, O GROVE – BUENA OPCIÓN

Noche en La Toja. Toca cenar en O Grove. Inmediata reacción, llamar a d`Berto. Pánico, noche de cierre semanal. Llamamos a Beiramar, el Poulidor de O Grove. Hay mesa. Respiramos tranquilos.

Beiramar es un restaurante muy agradable en la zona noble de O Grove. Comedor no muy espacioso pero luminoso y cómodo. Un magnífico acuario en la entrada muestra las viandas ofertadas que no desmerecen para nada el continente. Servicio amable y ritmo excelente.

Picamos lo que toca picar en O Grove. Pulpo a feira, muy logrado. Mejillones con hinojo, algo minúsculos y con demasiado sabor a la especia. Navajas de la playa de la lanzada, soberbias, y berberechos al vapor, generosos de tamaños y sabrosos.

Decidimos darnos un homenaje y tomar una cigala a la plancha cada uno. Esplendidas de sabor y muy bien hechas. El único problema es que nos debieron ver pinta de pobres. Nos hubiera gustado algo más de tamaño, que sí, en el caso de las cigalas sí que importa.

Para desquitarnos compartimos dos solomillos troceados con patatas. Los sirven algo ahumados lo que no gustó a alguno de los comensales. A mí me encantó, sobre todo porque la calidad de la carne y el punto de brasa eran perfectos.

La sorpresa vino con la cuenta. Cena para cinco (bebidas aparte) con cigalas 132 euros. Lo dicho, nos vieron cara de pobres. La próxima vez a lo mejor me pienso lo de d’Berto y vuelvo a Beiramar con el traje de los domingos.

PABLO GALLEGO, A CORUÑA – UNA BUENA OPCIÓN

Buscábamos un lugar para comer algo rápido en A Coruña. Eran más de las tres de la tarde y llegábamos de un largo viaje. El hotel estaba cerca de la plaza Maria Pita así que decidimos intentarlo en Pablo Gallego. Nos sorprendió agradablemente que tuvieran mesa para cuatro a esa hora tan tardía en pleno agosto y, por lo tanto, coincidiendo con las fiestas de Maria Pita.

Local pequeño y algo incómodo, en una calle adyacente a la plaza con decoración minimalista. Decorado en maderas y piedra con un toque de elegancia. Barra minúscula que sirve para atender a la escuálida terraza y cinco mesas en fila, en lo que podría parecer un pasillo ancho. Servicio irregular, se resuelve a tirones, sin cadencia. Carta sorprendente y apetecible. Cocina de autor en vez del típico restaurante urbano en A Coruña.

Tras ver la carta nos decantamos por picotear. Carpaccio de cigala, escaso y con un exceso de cítrico que desvirtuaba el sabor. Magníficas en tamaño, sabor y textura las zamburiñas. El mejor de los pulpos que probamos en cuatro días que estuvimos en Galicia (palabras mayores). Correctos los pimientos del padrón. Sin más, y por ello algo decepcionantes, los percebes y las cigalas con grelos. Echamos en falta los berberechos que suelen ser magníficos en Pablo Gallego.

A pesar de que estuvo un poco por debajo de lo habitual fue una comida muy agradable. Sobre todo, al llegar la cuenta. Comida para cuatro (bebidas aparte) apenas 100 euros. Un local diferente en A Coruña, probablemente con mayor pretensión que realidad, pero muy agradable.

TAPERÍA ADREDE, O GROVE – CASI COMO EN CASA

Después de tres días en Galicia con ánimo puramente gastronómico teníamos ganas de cambiar de registro para cenar. El problema es que estábamos en O Grove. ¿Cómo evitar el marisco?, optamos por acudir a la Taperia Adrede.

Habíamos leído buenas críticas en varios sitios web y nos arriesgamos. Un acierto.

Taperia Adrede, a diferencia de la mayoría de los restaurantes de O Grove, no está en la línea de la carretera principal sino algo metido entre calles. Nada lejos. Local sin pretensiones en una calle bastante solitaria. Barra con mesas y mayor amplitud al fondo, con una terraza interior bastante cómoda. Algo cutre pero con sensación de casero y trato familiar. Tremendas ganas de agradar y uno de los camareros jóvenes más inteligentes que hemos visto nunca. Muy buen ritmo de servicio lo que en una taperia resulta esencial.

Boquerones en vinagre, como en cualquier tasca ilustrada del viejo Madrid. Chipirones Adrede (salteados), muy sabrosos. Pulpo con queso de tetilla, interesante novedad. Gam- bas al ajillo, insuficiente aceite y falta de temperatura, un bajonazo a pesar de la calidad de las gambas. Navajas a la plancha (Sí, ya sé que queríamos huir de la cascara, pero estando tan cerca de la Lanzada eran inevitables), muy sabrosas. Croca con patatas de excelente sabor y muy bien hecha, Abanico ibérico que, resultando razonable, quizás no debiéramos haber pedido. Acabamos con unas magníficas filloas de crema.

¿Lo peor?, nos quedamos sin pedir algunas cosillas que vimos salir de cocina con buena pinta. ¿Lo mejor?, el ambiente y las ganas de agradar.

Cena para cinco (bebidas aparte) 81 euros. No es calidad máxima, pero es un chollo.

Si van a O Grove y quieren marisco, ni se les ocurra. Si les apetece algo más informal y menos autóctono es una muy buena y barata opción.

Publicaciones relacionadas