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El Bund

Restaurante El Bund: Un chino de los de antes en Arturo Soria

Durante una época, en los años 70 y 80, los restaurantes chinos supusieron una novedad en España. Empezaron a surgir en todas las ciudades con locales brillantes y coloridos, sabores diferentes, si bien todos anclados al glutamato monosódico, y, por supuesto, los dichosos palillos.

Es entonces cuando aprendimos a disfrutar del arroz tres delicias, los rollitos, el cerdo agridulce o el chopsuey de gambas. Tan habituales empezaron a resultar que ni siquiera sabíamos su nombre. Eran, simplemente, el chino. En Bilbao, al principio había dos, el chino de Henao y el chino de Las Arenas. La excepción estaba en Madrid con el mítico House of Ming en Castellana.

Hoy en día ya no hay nuevas aperturas de chinos. Desde hace 20 años lo que se lleva son los panasiáticos con platos chinos, thais y japos y una estética refinada.

El Bund es un chino de los de antes, si bien con ciertas ínfulas. Ínfulas en el magnífico local, un cómodo chalet bien amueblado en la zona de Arturo Soria. También en el servicio, bien uniformado y atento. Sin embargo, en cuanto llega la carta, uno sabe que está en un chino de los de antes. Carta kilométrica con fotos de todos los platos y multitud de menús degustación. El único cambio sobre nuestros recuerdos es que incluye un capítulo de dim sum, inhabitual entonces, pero bien recibido ahora.

Aprovechando que uno de los comensales trabajaba en la zona fuimos a comer tres un viernes al mediodía, justo en el inicio de las celebraciones del año de la rata, el nuevo año chino. Había un menú celebratorio con muy buena pinta, pero escogimos a la carta porque no teníamos demasiada hambre.

Empezamos con dim sum, jiaozi cantones de gambas y dim sum shanghai. Soberbios los dos, con pasta bien cocida y relleno sabroso, muy alejados del engrudo de quinta gama a que nos tienen acostumbrados los nuevos panasiáticos. Luego para compartir pato crujiente, unos carnosos langostinos a la naranja con salsa agridulce, fideos frescos y arroz frito cantones. Salvo el arroz, completamente insulso, los demás platos estaban bastante agradables en presentación y sabor.

Acabamos compartiendo una lamentable tarta de queso, autentica de quinta gama, pero mea culpa. ¡¡A quien se le ocurre pedir una tarta de queso en un restaurante chino!!

Lo mejor la celeridad, estuvimos bien servidos y comimos en menos de una hora. El precio, sin ser muy económico, no resulta prohibitivo para ser a la carta, comida para tres (bebidas aparte) por 72 euros. Volveremos cuando nos entre morriña.

Si te gusta este tipo de comida, te recomendamos nuestra crítica del Don Lay

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